Mensaje del Rector a la Comunidad de la UNSAMEn estos momentos de tanta zozobra para toda la humanidad quería acercarles algunas reflexiones y transmitirles algunas convicciones que guían el hacer institucional. En primer lugar, verbalizar algo que seguramente nos pasa a todas y cada una de las personas que habitamos este planeta: nunca nos preparamos para esta situación. Y enfrentarnos a una situación desconocida puede a veces producirnos temor, angustia y llevarnos incluso a la parálisis. También es la oportunidad para detenernos a reflexionar sobre el sentido de lo que hacemos, para qué lo hacemos, y para quiénes. Hoy más que nunca tenemos presente cuál es nuestra misión como Universidad: generamos y transmitimos conocimiento para posibilitar que cada uno de los miembros de la sociedad tenga una vida mejor. Quiero entonces compartirles la seguridad de que seguimos trabajando activamente en pos de ese objetivo superior, a pesar de las restricciones que impone la hora. Lo hacemos en nuestros laboratorios de investigación, explorando nuevas y mejores formas de detectar el virus y desarrollando tecnologías que sean útiles al momento de enfrentar la emergencia sanitaria. También haciendo estudios y prospectivas sobre el impacto en la sociedad de los cambios que se imponen en la forma de relacionarnos y de desenvolvernos. Lo hacemos poniendo a disposición de los organismos del Estado todo nuestro conocimiento, capacidades e infraestructura. Y muchas otras iniciativas, que surgen de una comunidad que está inmensamente comprometida con el bienestar de la sociedad, que apoyamos y promovemos. También lo hacemos en nuestras aulas, ahora virtuales, a las cuales diariamente ingresan miles de estudiantes y docentes. Y lo hacemos porque la trasmisión de conocimiento es importante, sí, pero en este momento es más importante que no abandonemos los vínculos que nos unen y que nos fortalecen como sociedad. Porque en muchas casas hay, ahora mismo, un docente preparando el material que va a enviar a sus estudiantes, o empezando su clase virtual con el aula colmada; porque hay estudiantes leyendo el material que les llegó por mail, estudiando un texto, resolviendo un problema o esperando la hora de la clase, muchas veces con dificultades materiales y/o convivenciales que no alcanzamos a imaginar. Ese gran tejido, ese sentirnos confinados pero no aislados, nos va a ayudar a sobrellevar los difíciles momentos que se avecinan, y a salir fortalecidos de la emergencia. Por eso no vamos a abandonar estas, nuestras, actividades, hoy más sustantivas que nunca. Hay mucha gente trabajando para que todo esto pase. Docentes en sus casas transformándose de golpe en “virtuales”, investigadores en los laboratorios buscando respuestas a los desafíos que nos presenta la pandemia, no docentes que sostienen toda esta actividad cada uno desde su rol, autoridades de las distintas dependencias que se ocupan de prever y prevenir las situaciones nuevas que se van generando, estudiantes que comprenden y acompañan estos nuevos desafíos. A todos un enorme agradecimiento. También es nuestro deber y compromiso comenzar a pensar y trabajar en la etapa que vendrá luego, con característica más dramáticas aún de “reconstrucción”. Nada es ni será posible si no lo hacemos en un marco de absoluto y fuerte sostenimiento de la unidad. Debemos tratar de evitar conflictos que no tenemos y más que nunca ser comprensivos y solidarios. Es lo que nos demandan quienes hoy están en situaciones infinitamente más urgentes, precarias y necesitadas. Requieren de toda nuestra voluntad y capacidad. Somos una institución pública, conformada por personas que trabajan alrededor del conocimiento, paradojalmente, un bien inmaterial sobre el que la situación demanda su mayor materialidad. Para que un día, cuando nos volvamos a encontrar presencialmente, en un acto de gran representación de toda nuestra comunidad, el docente entre al aula, mire a sus alumnos y les pueda decir, sin faltar a la verdad: “Como decíamos ayer…” Aprovecho la oportunidad para desearles a los creyentes Felices Pascuas Cristianas y Judías. Carlos Greco |