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    Nota periodística a un egresado del Instituto Sabato

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    Nota periodística a un egresado del Instituto Sabato

    A continuación transcribimos la entrevista al Dr. Ignacio Rintoul que publicó el diario de la provincia de Santa Fe: “El Litoral”, en su edición del 4 de marzo de 2009
    Para beneficio de la actividad pecuaria

    En un futuro próximo el celo vacuno se podrá inducir

    (C) Intec/UNL/Conicet Conicet Santa Fe - El Litoral

    —¿En qué consiste su actividad?
    —En estudiar las formas de liberación de una serie de hormonas a través de materiales biocompatibles, a fin de inducir artificialmente el celo en animales de producción. Diseño los materiales según las necesidades específicas de sus procesos de fabricación y las necesidades fisiológicas de los animales en los que serán implantados.

    —¿Por qué es importante investigar en este tema?
    —Para comprender la importancia del tema de investigación, primero debemos entender el problema que pretendemos resolver. Es un hecho que, en un mundo superpoblado, la necesidad de carnes, cueros, leche y sus derivados están siempre en constante crecimiento. Una de las formas de aumentar la producción ganadera es hacer que cada generación de animales produzca más que la anterior, mediante la mejora genética de las razas. La reproducción animal mediante técnicas de inseminación artificial permite mejorar la genética de los rodeos en forma rápida y efectiva. Sin embargo, y a pesar de que estas técnicas están bien estudiadas y de que el precio del semen de
    toros campeones es relativamente barato y accesible al productor ganadero común, menos del 10% de los 23 millones de reproductoras disponibles en el país son inseminadas en forma artificial.

    —¿Cuál es la causa de que esto suceda?
    —La razón de este bajísimo porcentaje es que, para que sea efectiva, la inseminación se debe realizar con el animal ya entrado en celo. Pero resulta técnicamente muy difícil y costoso determinar y controlar tal ingreso. Más aún cuando los contamos de a cientos y en situaciones tan precarias como la realidad del campo abierto. Y la situación se vuelve más adversa si consideramos que el celo en las vacas dura apenas entre 24 y 48 horas, y que hay animales que entran en celo con varios meses de desfasaje.

    —Un desfasaje que, aunque natural, podría controlarse...
    —Se cree que sí, y por ello desde el Laboratorio de Química Fina estoy investigando distintas formas de liberar, a través de biomateriales diseñados para este fin, una serie de hormonas, con el objetivo de inducir el celo en los animales de manera artificial y así lograr que rodeos de cientos de reproductoras entren en celo en forma simultánea y en fechas predeterminadas.

    —¿Qué ventajas se obtendrían?
    —Por una parte, al abaratar y permitir la realización de técnicas de inseminación artificial en forma masiva, con la consiguiente mejora genética y aumento de productividad, se tendría la ventaja de que también las pariciones ocurrirían en forma más o menos simultánea y en períodos programados. Por la otra, el tener terneros de la misma edad permite además optimizar el calendario de vacunaciones y los programas de pastoreo, crecimiento y todas aquellas tareas que comprenden desde el principio hasta el fin del ciclo productivo del animal.

    —¿Cuál es el estado de avance de este trabajo?
    —Hemos obtenido resultados preliminares muy alentadores. Sin embargo, los desarrollos aún no se encuentran avanzados lo suficiente como para su aplicación directa. Esperamos que, para mediados o fines del año en curso, ya tengamos algunas experiencias en campo.

    —En el futuro, ¿en qué reconoceremos la presencia de aquello en lo que investiga hoy?
    —Espero que, algún día, cuando tengamos vacas que produzcan el doble de carne y cinco veces la cantidad de leche que producen las actuales, alguien pueda reconocer el aporte de esta tecnología. Por el momento, la reproducción animal se lleva a cabo casi con exclusividad según la pasión de los toros en primavera.

    —¿Cuál ha sido su principal aporte a la disciplina?
    —He desarrollado una batería de materiales biocompatibles, con biodegradación controlada, y los métodos para modificar molecularmente sus estructuras químicas de forma tal que liberen las hormonas en tiempos y cantidades definidas. En la actualidad, estoy optimizando los sistemas de liberación mediante ensayos in vitro.

    —Usted se doctoró en Suiza. ¿Por qué eligió ese país?
    —Suiza tiene un altísimo desarrollo científico y tecnológico, sobre todo en las áreas de química, farmacia, medicina y biomateriales por las cuales siempre sentí gran afinidad. Sin embargo, se podría decir que no tuve la posibilidad de elegir. Creo que fue una combinación de necesidad y vocación la que me llevó a los Alpes. En agosto de 2001, cuando terminé mis estudios en ingeniería, la industria nacional y el sistema científico argentino estaban en profunda crisis y tenían las puertas cerradas al ingreso de nuevos profesionales. Por otro lado, tenía el ofrecimiento de doctorarme en el Swiss Federal Institute of Technology por la calidad de un trabajo científico que realicé previamente en uno de sus laboratorios. Entonces, la situación era sencilla: o me hundía en el desempleo o me iba a realizar estudios de doctorado en una de las instituciones más prestigiosas del mundo.

    —¿Qué razones lo alentaron a regresar a la Argentina?
    —La razón es Argentina por sí misma. Patriotismo, el sentir que mi trabajo y conocimiento es aprovechado por mis compatriotas es muy motivador. También influyeron la ciencia, la familia, los amigos, la estabilidad laboral y un largo “etcétera”.

    El Dr. Ignacio Rintoul* investiga en sistemas de liberación controlada de drogas y en biomateriales en el Laboratorio de Química Fina perteneciente al Intec/UNL/Conicet** de nuestra ciudad. Algunas ventajas de programar el celo simultáneo en reproductoras: inseminación, mejora genética, pariciones, vacunaciones de los terneros, entre otras.

    El Dr. Ignacio Rintoul, en el Laboratorio de Química Fina del Intec/UNL/Conicet de Santa Fe. Foto: Gentileza A. Perezlindo.

    (*) Nacido en Santa Fe, es ingeniero en materiales -graduado en el Instituto Sabato, dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Universidad Nacional de Gral. San Martín- y Docteur in Sciences del Swiss Federal Institute of Technology (Suiza). Es investigador del Conicet y docente en la FIQ/UNL, en cuyo Laboratorio de Metalurgia investiga en las transformaciones de fase en materiales metálicos de alta resistencia al desgaste y a la fatiga. Asimismo, en forma privada, está desarrollando materiales estructurales basados en compuestos órgano-inorgánicos. (**) Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química, sito en Güemes 3450 de Santa Fe. Entrevistó: Lic. Enrique A. Rabe (ÁCS/Conicet Santa Fe).
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