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    Analía, la primera Ingeniera en Materiales salteña

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    Analía, la primera Ingeniera en Materiales salteña

    Nota periodística del diario El Tribuno de Salta.
    (por Antonio Gaspar)
    Analía Cabrera es una joven con el cabello de colores azules, verdes y rojos, con la primavera en su mirada y un futuro que aún no puede ser considerado en su plenitud.

    Aunque no lo tenga en su conciencia plena, ella es pionera porque es la primera mujer salteña egresada como ingeniera en materiales.

    Tiene solo 26 años y por el movimiento de sus manos se intuye que el juego manual de lo material es su fuerte.

    "Es un mix", dice la nueva profesional recibida en el Instituto Sábato de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

    En realidad, todas sus explicaciones son un mix en donde van saliendo imágenes de su infancia en la calle Gemes, al final; el Taller de Física del Profe Córdoba; y la Escuela de Música. Todo eso arma su discurso, el pasado, los recuerdos y el futuro con la familia a la que se vino a despedir. Entonces así se escribe.

    "Es un nexo entre la producción del conocimiento científica que se logra en los laboratorios y la industria con la fabricación. Nosotros estamos al medio. Entonces trabajamos con materiales como metales, plásticos, cerámicas y sus compuestos. También trabajamos con los nuevos como son los nano y biomateriales", aclaró.

    Aún no lo puede explicar. No sabe bien cómo llegó a El Tribuno a explicar su presente.

    "Yo creo en Dios como católica. Creo que hay cosas inexplicables que te van ayudando en el camino. Hay algo de suerte también, pero creo que es mucha dedicación, trabajo y estudio. No hay que rendirse nunca", aseguró con su sonrisa constante.

    Para ella su exitosa y contundente vida académica comenzó en la Escuela de Música donde arrancó aprendiendo a tocar el violonchelo a los 12 años, casi 13.

    Aunque se debe decir que este cerebro fue cultivado durante la primaria y secundaria en la escuela pública, laica y gratuita. A su escolaridad la hizo en la ex Normal, formalmente llamada Manuel Belgrano.

    Cursando el nivel medio también siguió sus estudios en la Tecnicatura del Profesorado de Arte; es decir para ser profesora de música.

    Nunca pensó que alguna vez se iba a "divorciar" de la música. Se ríe y llora.

    Quizás como pueda suceder en un cuento kafkiano, cierto día se le rompió el violonchelo y de pronto su vida, que iba tan derecha, llegó a la esquina y dobló su camino hacia una pesadilla.

    Como son instrumentos complejos, lejos de remiendos, estuvo dos semanas sin hacer nada. Ese tiempo fue definitivo. "Googleando" encontró algo que se llamaba "ingeniería en materiales" y que había disponibles becas de dedicación exclusiva.

    Había un escollo: le faltaban los dos años que le exigían de cursado en una carrera de grado afín en una universidad. Casi nada para ella.

    Fue así que descubrió el taller de "Física al Alcance de Todos", que tiene el mejor productor de materia gris salteña y a quien todos llaman el Profe Córdoba, en la Universidad Nacional de Salta.

    Empezaba a incursionar en un mundo de hombres que la llevaría hasta hace poco a una pasantía que realizó en la Planta Piloto de Aleaciones Especiales (PPFAE), ubicada en Centro Atómico de Ezeiza.

    En el Sábato tuvo 14 compañeros de los cuales solo 4 fueron mujeres. En la Planta de Ezeiza fue la reina de un grupo de hombres y hasta en su grupo de estudio del taller del Profe Córdoba estaba apuntalada por el "Gordo", el "Osva" y "Beto, a quien se encargó de mandarles muchos besos.

    "Yo no me imaginaba conocer nada de ciencias duras, pero cuando entré a estudiar con ellos nos convertimos en un grupo compacto y parejo; una maquinita. Ellos entraron al taller pensando en el Balseiro y en consecuencia yo también luego quería luchar por ingresar ahí. Éramos (y todos los son) los chicos Balseiro. Sin embargo, pasaron los dos años, rendí para el Sábato y logré la beca completa", relató.

    Contrariamente a lo que pueden marcar los prejuicios, Analía descubrió que en los niveles más altos del ambiente científico de las ciencias duras no existe ningún tipo de discriminación para con las mujeres.

    "Lo bueno del Sábato es que durante todos los febrero hay pasantías laborales. Uno entra en contacto con los materiales, los grupos de trabajo, hay que ensuciarse y dejar un poco la limpieza de los laboratorios. Ahí es cuando uno demuestra lo que es. En ese mundo nunca sentí ningún tipo de machismo. Es más, yo sentía que iba con una carga machista salteña que la fui viendo y abandonando con el tiempo", dijo.

    "Ahora estoy divorciada de la música. Me cuesta decirlo, pero es así", dijo. Y contó que vino a Salta a despedirse de su familia porque se va a Europa por un año. Es que Analía obtuvo una beca en Arfitec, que es el programa franco-argentino de cooperación para la formación de ingenieros, el cual funciona como el Programa ARgentina Francia Ingenieros TECnología; y por el cual estudiará por ese tiempo en la ciudad gala de Granoble.

    Ahora su familia vive en el barrio de Limache en donde vivió su adolescencia, aunque no se olvida de su infancia jugando al béisbol en los estacionamientos de los edificios.

    "Yo quiero dejar el mensaje de que hacen falta más ingenieros para el desarrollo de nuestra industria. Es un mundo fascinante y no está restringido a las mujeres", concluyó.


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